La liebre y la tortugaAutor original: EsopoAdaptado por Educrea
En un bosque lleno de árboles frondosos, senderos de tierra suave y animales que convivían en paz, vivía una liebre conocida por todos. Era rápida, muy rápida, tan veloz que decía que nadie podía alcanzarla. Y como se sentía invencible, a veces cometía el error de burlarse de quienes caminaban más lento. Entre esos animales estaba la tortuga. Una tortuga tranquila, paciente, que avanzaba despacio, pero siempre con paso firme. Nunca llegaba tarde, nunca se detenía sin razón, y nunca devolvía una burla con otra. La liebre, sin embargo, no perdía oportunidad para molestarla. —¡Miren a la tortuga! —decía entre risas—. ¡No vayas tan rápido, te vas a cansar! La tortuga la escuchaba en silencio. A veces bajaba la mirada, otras respiraba profundo. No era que no sintiera pena, pero tenía claro que cada uno avanza a su propio ritmo. Un día, mientras conversaban, la tortuga levantó la cabeza y dijo con voz tranquila pero firme: —Liebre, creo que podría ganarte una carrera. La liebre abrió los ojos como platos. —¿Tú? ¿A mí? —preguntó sin poder contener la risa. —Sí, a ti —respondió la tortuga, sin enojarse—. Si quieres, lo intentamos. Allá, junto a aquella gran piedra, puede ser la meta. La liebre, muy divertida por la idea, aceptó sin pensarlo. —Será la carrera más fácil de mi vida —murmuró, guiñando un ojo. La noticia corrió por todo el bosque. Pájaros, ardillas, ciervos, ranas y zorros se reunieron para ver la competencia. Querían saber qué pasaría entre la velocidad y la paciencia. Alguien dio la señal de partida y… ¡la carrera comenzó! La tortuga arrancó con su típico paso: lento, medido, constante. La liebre, en cambio, decidió quedarse un poco atrás. —Tengo tiempo de sobra —dijo estirándose—. Que avance, así luego la alcanzo en un segundo. Y así fue. Después de juguetear un rato entre las flores, la liebre corrió tan rápido que en solo unos instantes dejó a la tortuga atrás. Ahora estaba tan adelantada que se sintió invencible. —Creo que me merezco un descansito —pensó—. Total, la tortuga viene tan, tan atrás… Se echó a la sombra de un árbol y cerró los ojos. Un minuto. Otro minuto. Y sin darse cuenta… ¡se quedó dormida profundamente! Mientras tanto, la tortuga seguía su camino. Paso pequeñito. Otro más. Y otro. Su corazón latía con calma, y en su rostro había una expresión de esfuerzo y determinación. Cada vez que pasaba por donde la liebre se había detenido antes, escuchaba alguna burla, pero nunca detuvo su paso. Cuando llegó junto al árbol, vio a la liebre dormida. La tortuga no dijo nada. No se burló. No rió. Solo siguió caminando, pasito a pasito. Los animales empezaron a emocionarse al verla acercarse a la meta. —¡Vamos, tortuga! —gritaron algunos—. ¡Tú puedes! La tortuga apretó un poquito más el paso, sin correr, sin agitarse. Simplemente siguió siendo ella. Unos momentos después, la liebre abrió los ojos y se estiró. —Ahhh… qué siesta tan rica. Ahora iré a ganar la carrera —dijo confiada. Pero cuando miró hacia la meta… ¡vio a la tortuga a solo unos pasos de llegar! Desesperada, corrió tan rápido como nunca. Sus patas casi no tocaban el suelo. Pero ya era demasiado tarde. La tortuga cruzó la meta mientras todos los animales la aplaudían. Pequeña, lenta y constante, había logrado algo sorprendente. La liebre llegó jadeando. Miró a la tortuga y, por primera vez, se quedó sin palabras. La tortuga se volvió hacia ella y dijo con una sonrisa amable: —No importa lo rápido que seamos, lo importante es avanzar con constancia… y nunca burlarse de los demás. La liebre bajó las orejas, avergonzada, y desde ese día trató mejor a todos los animales del bosque. Y así, la tortuga se ganó no solo la carrera, sino también el respeto de todos. 🌟 Y así termina nuestra historia...La constancia, el respeto y la humildad nos llevan más lejos que la velocidad sin cuidado. 💬 Preguntas para compartir entre padres e hijos:1. ¿Qué cualidad de la tortuga te gustaría tener tú en tu vida diaria? 2. ¿Cómo crees que se sintió la liebre cuando se burlaba y luego cuando perdió? 3. ¿Cómo te sentirías tú si alguien te dijera que no puedes lograr algo por ir “muy lento”? |
