El sastrecillo valiente

Autor original: anónimo

Adaptado por Educrea                                  


                               

Érase una vez un pequeño reino rodeado de colinas verdes y campos de trigo que se movían con el viento como un mar dorado. Allí vivía un joven sastrecillo que pasaba los días cosiendo, remendando y soñando despierto mientras disfrutaba su pan con mermelada. Era alegre, ingenioso y muy trabajador, aunque nadie lo veía como un héroe… salvo él mismo cuando imaginaba grandes aventuras.


Un día, mientras preparaba su panecillo, unas molestas moscas comenzaron a revolotear alrededor suyo.


—¡Déjenme desayunar en paz! —exclamó divertido.


Tomó una palmeta y, con un movimiento rápido, ¡zas!, atrapó a siete moscas al mismo tiempo.


—¡Maté siete de un solo golpe! —gritó orgulloso, sin pensar que alguien podría malinterpretarlo.


Abrió la ventana y volvió a decirlo, feliz por su hazaña doméstica. Pero un viajero que pasaba por allí lo escuchó y creyó que se refería a siete ¡gigantes! Con los ojos muy abiertos, corrió al castillo para contarlo.


—Majestad —dijo jadeando—, ¡el sastrecillo del pueblo venció a siete gigantes de un solo golpe!


El rey, que llevaba meses preocupado por un gigante que causaba problemas en los campos, mandó llamar de inmediato al supuesto héroe. Cuando el sastrecillo llegó al palacio, el rey lo miró sorprendido.


—Yo esperaba que fueras más… fuerte —admitió—. Pero debes ser muy valiente para derrotar a siete gigantes.


El sastrecillo abrió la boca para explicar lo ocurrido, pero no alcanzó a hacerlo, porque la princesa —dulce, curiosa y gentil— se acercó con una sonrisa.


—Gracias por proteger a nuestro reino —le dijo, abrazándolo con gratitud.


El joven sintió que el corazón le daba un brinco.


—Si logras capturar al gigante —continuó el rey—, te daré un cofre lleno de tesoros… y la mano de mi hija.


El sastrecillo tragó saliva.


—Su excelencia —respondió—, meditaré su propuesta.


Salió del castillo con la cabeza llena de pensamientos.


“Amo a la princesa… pero ¿cómo podría enfrentar a un gigante?”


Mientras caminaba pensando, un estruendo sacudió el suelo. Los árboles temblaron y un paso gigantesco hizo caer hojas de los árboles. ¡Era el gigante! El sastrecillo, asustado pero rápido de mente, trepó a un árbol de naranjas.


El gigante, hambriento, tomó varias naranjas… sin notar que entre ellas iba el sastrecillo agarrado fuertemente. En cuestión de segundos, se encontró cara a cara con aquel enorme ser.


Aunque tenía miedo, respiró hondo.


—¡No te tengo miedo! —dijo con valentía, aunque su voz temblaba un poquito.


El gigante parpadeó sorprendido. Antes de que pudiera atraparlo bien, el sastrecillo se deslizó hacia la manga de su camisa y se escondió. Pero el gigante era muy grande y pronto lo descubrió. Lo llevó a su castillo, un lugar frío y oscuro lleno de barriles.


Allí, al ver tantos toneles, al sastrecillo se le ocurrió un plan ingenioso.


—Mira, gigante —dijo con tono desafiante pero sin maldad—. Yo vencí a siete de un solo golpe. ¿Tú crees que podrías beber todo este jugo tú solo?


El gigante infló el pecho.


—¡Claro que sí! —dijo, picado en su orgullo.


Abrió un tonel, luego otro, y otro más. Aunque el plan no era que se hiciera daño, el gigante comenzó a sentirse mal y terminó quedándose dormido profundamente, tan profundamente que parecía un tronco recostado.


El sastrecillo aprovechó ese momento, llamó a los guardianes del reino y juntos aseguraron al gigante con cuerdas resistentes, explicándole al despertar que lo trasladarían lejos del pueblo para que no causara más problemas.


El gigante, avergonzado por sus travesuras y por haberse dejado engañar tan fácilmente, prometió no volver a molestar a nadie. Y así lo hizo.


De regreso al castillo, el rey recibió al sastrecillo con una gran sonrisa.


—Hijo mío, has sido ingenioso, valiente y prudente. No solo venciste al gigante, sino que lograste hacerlo sin lastimar a nadie.


La princesa tomó la mano del sastrecillo con ternura.


—Gracias por protegernos —le dijo—. Estoy orgullosa de ti.


Y así, entre festejos y música, el sastrecillo fue reconocido como un verdadero héroe del reino. No por su fuerza, sino por su inteligencia, su valentía y su gran corazón.



🌟 Y así termina nuestra historia...

 La verdadera valentía no siempre está en la fuerza, sino en la creatividad, la calma y la confianza en uno mismo.

 

💬 Preguntas para compartir entre padres e hijos:

 1.   ¿Qué cualidad del sastrecillo crees que lo convirtió en un verdadero héroe?

 2.   ¿Cómo resolverías tú un problema grande usando más la inteligencia que la fuerza?

 3.   ¿Qué parte del plan del sastrecillo te pareció más ingeniosa y por qué?