El león y el pastor

Autor original: Esopo

Adaptado por Educrea                                  


                          

En una montaña cubierta de árboles altos y piedras brillantes por el sol, vivía un león fuerte y majestuoso. Era grande, de mirada profunda y pelaje dorado. Aquel día, sin embargo, no se sentía tan poderoso como de costumbre. Mientras caminaba entre unos arbustos, no vio una zarza escondida y… ¡auch! Una espina larga y afilada se le clavó en una de sus patas delanteras.


El león rugió bajito, más por dolor que por fuerza. Intentó caminar, pero cada paso era como si la espina se hundiera más.


—¿Cómo podré volver a mi cueva así? —pensó, inquieto.


Así, avanzando con dificultad y la pata levantada, llegó a un claro del bosque donde un pastor cuidaba a sus ovejas. El pastor era un hombre sencillo, de sonrisa amable, que llevaba un bastón y un pequeño saco con comida.


Cuando vio al león acercarse, el pastor sintió un temblor recorrerle el cuerpo.


—¡Un león! —susurró, pensando que debería huir. Pero antes de hacerlo, notó algo extraño: el león no rugía, ni mostraba los dientes, ni miraba a las ovejas.


El gran felino movía la cola con suavidad y levantaba la pata herida, como pidiendo ayuda.


El pastor respiró hondo.


—Creo que… creo que no vienes a hacer daño —dijo con voz temblorosa.


Con mucho cuidado, se acercó. Vio la espina clavada y cómo la piel alrededor estaba inflamada.


—Debe dolerte muchísimo… —murmuró con compasión.


Sin prisa y con mucha delicadeza, usó una pequeña herramienta que llevaba para su trabajo. Poco a poco abrió la piel lo justo y retiró la espina. El león apretó los ojos por un instante, pero no rugió. Sabía que el pastor estaba ayudándolo.


Cuando terminó, el león lamió la mano del pastor con gratitud y se sentó a su lado un momento, como si quisiera descansar cerca de quien lo había ayudado. Luego, ya sintiéndose mejor, se levantó, miró al pastor con cariño y se fue caminando lentamente entre los árboles.


El pastor siguió con su vida, pero nunca olvidó aquella extraña y maravillosa experiencia.


Pasaron los años. La montaña cambió de estaciones muchas veces: del verde intenso al blanco de la nieve, y luego otra vez a la primavera. El pastor siguió trabajando, cuidando a sus ovejas, viviendo con sencillez. Pero un día, por una confusión injusta, fue llevado preso. Las autoridades pensaron que había cometido un delito y ordenaron que fuera llevado al anfiteatro, donde se probaba la valentía de las personas frente a fieras salvajes.


El pastor tenía miedo, claro. No sabía qué animal le tocaría enfrentar.


—Ojalá pueda salir de esta… —pensó, respirando profundo mientras abrían las grandes puertas del recinto.


Los espectadores murmuraban, esperando la salida de la fiera. Y entonces, con un rugido poderoso, apareció un león. Sus ojos brillaron con fuerza. Sus pasos retumbaron el suelo. La gente se estremeció.


Pero algo inesperado ocurrió: al acercarse al pastor, el león frenó, ladeó la cabeza y, en lugar de atacar… levantó la pata, se acercó lentamente y se sentó junto a él. El pastor reconoció esos ojos.


—Eres tú… —susurró, emocionado—. El león de la montaña.


El público quedó en silencio. La sorpresa era tan grande que nadie podía hablar. El león, con un suave rugido, se colocó delante del pastor como para protegerlo. Y cuando otras fieras intentaron acercarse, él las mantuvo lejos con valentía, sin lastimarlas, pero dejando claro que el pastor no debía ser tocado.


Aquello fue tan extraordinario que los guardias llamaron a las autoridades. Cuando el pastor contó la historia de la espina, todos comprendieron lo que había ocurrido: aquel león, al que el pastor había ayudado años atrás, lo reconoció y decidió devolverle el favor protegiéndolo.


La bondad había encontrado su camino de regreso.


Ese día, ambos fueron liberados.


El pastor volvió a su hogar con una historia que contaría toda su vida. Y el león regresó a la montaña, donde siguió siendo fuerte, libre y agradecido.


🌟 Y así termina nuestra historia...

 La gratitud es una fuerza poderosa: cuando hacemos el bien, tarde o temprano vuelve a nosotros de formas inesperadas.

💬 Preguntas para conversar en familia:

 1.   ¿Qué habrá sentido el pastor cuando vio al león acercarse por primera vez?

 2.   ¿Por qué crees que el pastor decidió ayudar al león aunque tenía miedo?

 3.   ¿En qué situaciones de tu vida puedes practicar la gratitud o la ayuda desinteresada?