Los huéspedes inoportunos
Autor original: Hermanos GrimmAdaptado por Educrea Había una vez un gallo y una gallina que vivían en una pequeña granja rodeada de prados verdes y árboles frondosos. Una mañana luminosa, el gallo, con su voz alegre, dijo: —Ha llegado la época de las nueces. ¿Qué te parece si vamos juntos al prado antes de que la ardilla las recoja todas? La gallina abrió sus ojitos brillantes y asintió con emoción. —¡Qué buena idea! Vamos, seguro tendremos un día divertido. Ambos se encaminaron al prado. Picotearon, caminaron, jugaron y rieron hasta que el sol comenzó a esconderse detrás de las colinas. Cuando fue hora de volver, sintieron sus patitas un poco cansadas. Habían comido tantas nueces que la idea de regresar caminando no sonaba nada atractiva. —Me parece que hoy no llegaré muy lejos a pie —dijo la gallina con una sonrisa tímida. Entonces, el gallo tuvo una idea brillante. Reunió varias cáscaras de nuez grandes y, con mucha creatividad, construyó un pequeño carrito. La gallina se acomodó adentro, pero cuando intentó convencer al gallo de que tirara del carro, este se negó con suavidad. —Querida amiga, yo te quiero mucho, pero no pienso engancharme como un caballo —dijo el gallo moviendo las alas—. Puedo ser cochero si quieres, pero quien tire del carrito… tendrá que ser otro. Justo en ese momento apareció un pato que graznó muy enfadado: —¡Oigan! ¿Y quién les dio permiso para estar bajo mis nogales? La gallina dio un paso atrás y el gallo trató de explicarle que solo estaban paseando. Pero el pato, confundido y molesto, avanzó agitando las alas. El gallo, intentando calmar la situación, habló con firmeza y serenidad. Finalmente, después de mucho diálogo y de ayudarla a comprender que no querían hacerle daño, el pato aceptó colaborar. —Está bien —dijo finalmente—. Los acompañaré y tiraré del carrito, pero solo por esta vez. El gallo tomó su lugar en el asiento y dio la orden: —¡Adelante, amigo pato, que ya se hace de noche! En el camino, encontraron a dos viajeros diminutos: un alfiler y una aguja. Ambos parecían muy cansados y llenos de barro. —¿Nos llevan con ustedes? —pidieron con vocecitas finas—. Está oscureciendo y el camino está difícil de recorrer. El gallo, que era generoso, aceptó con una condición: —Suban, pero por favor, tengan mucho cuidado de no pinchar a nadie. Todos rieron y continuaron el viaje hasta llegar a una posada. El posadero, al verlos, dudó un poco: no eran los huéspedes más comunes que había visto. Pero al final, luego de conversar amablemente y escuchar sus razones, decidió recibirlos, ofreciéndoles comida caliente y un lugar para descansar. Esa noche, todos durmieron profundamente. Tan profundamente, que al amanecer el gallo y la gallina despertaron con energía y tomaron el huevo que la gallina había puesto, lo abrieron para desayunar y dejaron las cáscaras bien escondidas. Antes de marcharse, colocaron suavemente a la aguja en el sillón del posadero —como si fuese un pequeño agradecimiento travieso— y al alfiler lo dejaron prendido en una toalla. No querían hacer daño, solo creían que sería una broma ligera. Luego salieron volando por la ventana mientras el pato se iba por un pequeño arroyo cercano. Cuando el posadero despertó, todo parecía normal… hasta que empezó a prepararse para iniciar su día. Al secarse la cara con la toalla, sintió un pinchazo. Y al encender el fuego para calentar agua, un poco de cáscara de huevo salió despedida de las brasas. Por último, cuando se dejó caer en su sillón, dio un salto inesperado: la aguja estaba allí. El posadero murmuró: —Hoy todo está en mi contra… creo que estos viajeros eran más traviesos de lo que pensé. Aunque no estaba herido, sí quedó sorprendido por tantas pequeñas molestias seguidas. Desde entonces, decidió recibir con más atención a los viajeros y preguntar siempre por sus intenciones. 🌟 Y así termina nuestra historia... A veces, abrir las puertas con amabilidad nos regala encuentros inesperados… pero la convivencia siempre mejora cuando cada uno cuida del otro con respeto y responsabilidad. 💬 Preguntas para conversar en familia: 1. Si tú hubieras sido el pato, ¿qué habrías pensado al encontrar a desconocidos debajo de tus árboles? 2. ¿Qué personaje te gustaría haber conocido y por qué? 3. ¿Cómo te habrías sentido tú si fueras el posadero y te ocurrieran esos accidentes al despertar? |
