Arturo y el Mago Merlín

Autor original: Anónimo

Adaptado por Educrea                                  


Había una vez, en un reino lleno de bosques brillantes y castillos con torres altísimas, un bebé muy especial. Su nombre era Arturo, y era el hijo del Rey Uther de Britania. Pero justo después de nacer, su mamá partió como una estrella fugaz al cielo, y el rey, con el corazón apretado de amor y tristeza, confió a su pequeño a su más sabio amigo: el mago Merlín.


Merlín no era un mago cualquiera. Llevaba una barba blanca que casi tocaba el suelo, un sombrero puntiagudo lleno de estrellas doradas, y una risa que sonaba como el tintineo de campanitas. Decidió criar a Arturo en secreto, en la casa de un caballero bueno que tenía un hijo de la misma edad llamado Kay.


Arturo creció como cualquier niño, corriendo entre árboles, jugando con espadas de madera y ayudando en los establos. Pero cada noche, cuando todo se calmaba, Merlín le contaba secretos del universo, le hablaba de estrellas, de dragones que ya no existían, y hasta de inventos que aún no habían sido creados. Arturo lo escuchaba con los ojos muy abiertos, como dos lunas brillantes.


Pasaron los años, y el rey Uther falleció sin dejar claro quién sería el próximo rey. Todo el reino quedó confundido, sin saber a quién obedecer.


Los caballeros, preocupados, fueron a ver a Merlín.


—Debemos encontrar al nuevo rey —dijeron con seriedad.


El mago cerró los ojos, murmuró palabras misteriosas... ¡y apareció una espada gigante clavada en un yunque de hierro!


—Esta es la espada Excalibur —anunció—. Solo quien logre sacarla será el verdadero rey.


Uno por uno, los caballeros más fuertes intentaron moverla. Empujaron, tiraron, resoplaron… pero la espada ni se movió.


Mientras tanto, Arturo y Kay se preparaban para participar en un torneo. Ya eran jóvenes fuertes y valientes. Pero ¡ay! justo antes del torneo, Arturo se dio cuenta de que había olvidado la espada de Kay en la posada.


—¡Oh no! —exclamó, con el corazón latiendo rápido.


Corrió a buscarla, pero la puerta estaba cerrada con candado. Desesperado, caminó por la plaza y de pronto... ¡allí estaba! Una espada brillante clavada en una piedra. No había nadie cerca.


—Tal vez puedo pedirla prestada... solo por hoy —pensó.


Tomó la empuñadura… y ¡zas! Un rayo de luz bajó del cielo y la espada salió con suavidad, como si lo hubiera estado esperando.


Cuando Kay la vio, se sorprendió. “¡Es Excalibur!”, exclamó. Pronto, todos se enteraron. Le pidieron a Arturo que la devolviera al yunque. Y así lo hizo, sin protestar.


Una vez más, los nobles intentaron sacarla. Nada.


Entonces Arturo dio un paso al frente. Con una calma especial, tomó la espada… y el mismo rayo de luz volvió a brillar. Excalibur salió fácilmente, como si lo reconociera.


Todos miraron en silencio. ¡El nuevo rey estaba frente a ellos! Aunque no llevaba corona ni capa, Arturo tenía algo más: un corazón noble, humilde y justo.


Y así, fue coronado rey de Britania.


Merlín, orgulloso pero siempre discreto, se alejó a su cabaña en el bosque. Pero no todo fue paz al principio. Algunos nobles, celosos y testarudos, no aceptaron a Arturo como rey.


Merlín tuvo que revelar la verdad: Arturo era hijo del antiguo rey. Aun así, los desleales no se detuvieron... hasta que Arturo, con su valentía y la ayuda mágica de Merlín, protegió el reino y restauró la armonía.


Para que todos se sintieran iguales y escuchados, Arturo creó la Mesa Redonda, donde ningún caballero era más que otro. Todos eran importantes. Y con el tiempo, se casó con la dulce princesa Ginebra. Su reino floreció con justicia, canciones y tardes de paz.


Un día, Merlín, con una sonrisa sabia, le dijo:


—Ya no necesitas mis consejos. Sé un rey justo, Arturo. La historia te recordará.


Y Arturo, con el corazón lleno de gratitud, gobernó con sabiduría y amor por muchos, muchos años.



🌟 Y así termina nuestra historia...

Un verdadero rey no se define por su fuerza ni por su corona, sino por su corazón noble, su humildad y su deseo de hacer el bien.


💬 Preguntas para conversar en familia:

  1. ¿Qué crees que hizo especial a Arturo para ser elegido como rey?
  2. ¿Alguna vez has ayudado a alguien sin esperar nada a cambio? ¿Cómo te sentiste?
  3. Si tú pudieras tener un mago como Merlín a tu lado, ¿Qué te gustaría que te enseñara?